Corría el mes de mayo del año 1990, la selección uruguaya dirigida por el Maestro Oscar Washington Tabarez se preparaba para la Copa del Mundo a disputarse en Italia, sería la primera vez que nuestra selección participaría en una justa deportiva en ese país ya que en la oportunidad anterior en 1934 los uruguayos se negaron a concurrir pues se habían sentido rechazados por el combinado “azurro” en el mundial organizado por Uruguay cuatro años antes.
Nuestro país vivía una situación social esperanzadora, ya que los cambios políticos en el gobierno nacional como en la capital habían sido más que significantes, el Partido Nacional volvían al poder de la mano del Dr. Luis Alberto Lacalle, tras veinticuatro años de haber entregado el mando al Partido Colorado (incluidos doce años de dictadura cívica – militar).
A nivel de la intendencia capitalina el cambio era más sorprendente aún, ya que por primera vez en la historia una fuerza de izquierda (Frente Amplio) conseguía una gobernación y nada menos que Montevideo, el socialista Dr. Tabare Vázquez, ex – presidente del modesto Club Progreso era el nuevo intendente de la ciudad.
También la situación política mundial comenzaba a tomar “calor”, ya que unos pocos meses atrás, exactamente el 9 de noviembre de 1989, se “caía el muro de Berlín”, unificando a las dos naciones alemanas (Occidental y Oriental) que databa desde el 13 de Agosto de 1961, por ende la Guerra Fría se consumía.
En las radios uruguayas se comenzaba a escuchar el himno al mundial en las voces del dúo conformado por Gianna Nannini y Edoardo Bennato con su “Un Estate Italiana”, siendo a la postre considerado la mejor canción en la historia de los mundiales hasta el momento.
Pero la idiosincrasia uruguaya, que se auto alimenta con el fútbol, a medida que los días pasaban y la fecha de inauguración del máximo torneo se aproximaba (8 de Junio), el común denominador de los temas en cuanta conversación se generaba era sin lugar a dudas el fútbol y en él como actuaría nuestro seleccionado.
La selección celeste venia de antecedentes bastante esperanzadores de la mano del Maestro Tabarez, ya que había clasificado al mundial con una actuación dentro de lo esperado, ganando los partidos ganables, frente a Perú (2 a 0 en Lima y 2 a 0 en Montevideo) y Bolivia (2 a 0 en Montevideo), habiendo caído solamente en los traumáticos 3600 metros en la altura de La Paz por 2 a 1.
Sumado a esto se había conseguido un vice-campeonato sudamericano en Brasil cayendo ante los locales en la final 1 a 0 con gol de Romario (un 16 de Julio, vaya fecha) pero habiendo conseguido un triunfo ante Argentina (con Maradona incluido) por 2 a 0 con una histórica y descollante actuación de Rubén Sosa convirtiendo los dos goles y quedando para el mejor recuerdo el segundo tanto tras una corrida por la banda izquierda desde la mitad de la cancha dejando en el piso a cuanto rival se le ponía por delante y definiendo exquisitamente ante la salida del golero Nery Pumpido.
El combinado nacional se forjaba por los jugadores que militaban en el exterior (eran los casos de Francescoli, Sosa, Paz, Alzamendi, entre otros) y del ámbito local armado por figuras del Peñarol del ’87, Nacional del ’88 (ganadores de la Copa Libertadores y del Mundo también conseguido por los tricolores) y del fútbol local considerado de antología conseguido por los futbolistas de Danubio campeones del Uruguayo de 1988, sumándose algunas figuras de otros equipos como fue el caso Sergio Martínez de Defensor.
Luego del año 1989 la referencia “celeste” dentro y fuera de tierras orientales era sin dudas Rubén Sosa el “Principito” que había emigrado muy pequeño desde Danubio a tierras españolas (su primer parada en el exterior fue el Real Zaragoza) ahora hacia las delicias dentro de los campos de juego para su país como para el equipo italiano del Internacional de Milán.
Desde el sudamericano en Brasil donde fue elegido como el mejor jugador del campeonato por delante del brasilero Bebeto (34 votos contra 16), como así también en las eliminatorias donde fue el goleador uruguayo tras haber marcado goles en todos los partidos y por ende se hablaba de haber clasificado “Gracias a Ruben Sosa”, los ojos de todo un país se posaban en él.
Hasta la tecnología se había postrado en el delantero celeste, ya que un estudio de probabilística realizado lo daba como goleador del Mundial por delante del número 9 holandés Marco Van Basten (los bajos rendimientos hablaron por si solos del destino de estos dos grandes jugadores en el magno torneo, destacándose un fugaz futbolista con más pinta de matón siciliano que de goleador, el italiano Salvatore Schilaci).
El último partido de preparación para nuestro combinado marcaba la disputa de un encuentro de gran tradición e historia, como lo era Uruguay e Inglaterra.
Sin lugar a dudas detrás de estas dos camisetas (la de la rosa como la celeste) se escribía parte importante de lo que era el fútbol, unos como los “inventores” y súper poderosos (Inglaterra) y el otro como un abanderado emblemático desde que se hizo presente en el Viejo continente en los Juegos Olímpicos de los años 1924 en Colombes (Francia), 1928 Ámsterdam (Holanda), sumado a las conquistas mundialistas de los años 1930 (Montevideo, Uruguay) y 1950 (Río de Janeiro, Brasil).
Nuestro país siempre dejo muy buena imagen ante el seleccionado inglés, como en 1953 cuando un 31 de Mayo disputaron un encuentro amistoso en la ciudad de Montevideo con victoria local por 2 a 1 (Goles de Abbadie y Míguez), y dándole una verdadera paliza pese a la poca diferencia en el marcador, siendo esta la primera visita inglesa por nuestra tierra dentro de una gira realizada por el equipo isleño por Sudamérica (disputo encuentros frente a Argentina y Chile).
Los celestes eran los actuales campeones del mundo y estaban bajo la dirección técnica de Juan López.
Los visitantes quedaron realmente impresionados por el nivel del fútbol uruguayo, considerando a nuestro team como el mejor equipo de los que se habían enfrentado.
Cuando se disputo la Copa del Mundo en Suiza en 1954, los celestes con su gran selección (para muchos mejor que la del año 1950) se tuvieron que medir antes los ingleses un 26 de Junio en el Estadio del St. Jakob de Basilea por los cuartos de final.
Bajo el arbitraje del austriaco Erich Steiner, nuevamente fue una lección de fútbol sobre los “inventores” y el triunfo de los dirigidos por Juan López, fue de 4 a 2.
Los goles celestes fueron convertidos por Borges, Ambrois, Schiaffino y Obdulio Varela (éste gol fue lo último que hizo Obdulio en la selección uruguaya, salio lesionado, según él a causa del festejo)
En 1964 fue el año de nuestra visita al mítico Estadio de Wembley en la ciudad capital de Londres, la derrota en esta oportunidad fue para los dirigidos por Rafael Milans por 1 – 2, siendo el gol compatriota convertido por el ecuatoriano Alberto Spencer.
Para la Copa del Mundo de Inglaterra en 1966 quiso el destino que el partido inaugural fuera entre los locales y Uruguay, encuentro perteneciente al Grupo 1 que compartían con las selecciones de México y Francia.
También el escenario (como no podía ser de otra manera) era Wembley y la fecha fue un 11 de Julio, bajo el arbitraje del húngaro Istvan Zsolt.
El mundo entero y dentro de él la Reina Isabel que presencio el encuentro en el mismísimo estadio quedaron sorprendidos tras la inexpugnable defensa uruguaya que soporto los embates de los locales y dejaron el marcador cerrado.
Los celestes eran dirigidos por Ondino Viera y contaba con figuras como Ladislao Mazurkiewicz, Troche, Ubiña, Goncalvez, Rocha, entre otros.
Este equipo llego hasta los cuartos de final cayendo ante Alemania Occidental en un recordado y polémico encuentro por 4 a 0 en el Estadio de Sheffield.
Para 1984 se esperaba nuevamente la visita de la selección inglesa, el encuentro fue fijado para el 13 de Junio, nuestro país vivía los últimos tiempos de la dictadura cívica militar y a su vez el inminente regreso del líder blanco Wilson Ferreira Aldunate marcado para el día sábado 16 de ese mes hecho que había concitado la atención de la ciudadanía.
Como la esperanza institucional se incrementaba día a día, el fútbol iba de la mano, esa noche invernal los celestes derrotaron a sus visitantes por 2 a 0, dando nuevamente una gran clase de fútbol, con destacada actuación de Juan Ramón Carrasco y el debut de Ruben Sosa en el seleccionado mayor.
La prensa británica que se encontraba en el Estadio Centenario quedó impresionada de nuestro nivel y a su vez daban al fútbol uruguayo grandes posibilidades en la Copa del Mundo de México en 1986.
Uruguay era dirigido por Omar Borras (siendo ésta su época de más gloria y aceptación de todo el país) y los goles fueron anotados por Luis Acosta y Wilmar Cabrera.
Fue así que llegamos a 1990, la”Catedral del Fútbol” como así se le denominaba al Estadio de Wembley nos daba nuevamente la bienvenida, la historia llamaba a Uruguay e Inglaterra, pese a que el match era de corte amistoso, una tradición impregnaba ese encuentro.
Ambos equipos veían el mundial en el horizonte, casi las horas eran contadas para la máxima competencia y los entrenadores (Tabarez por Uruguay y Bobby Robson por Inglaterra) median sus fuerzas y analizaban a sus dirigidos para ver con quienes iban a formar sus equipos.
La fecha del encuentro fue fijada para el 22 de Mayo, y el arbitraje estaba a cargo del italiano Pietro D’Elia.
El país todo estaría frente a los televisores para ver el accionar celeste, tanto en las casas, los trabajos, como así también las vidrieras de las casas de venta de electrodomésticos que siempre eran convertidas en pequeñas gradas pues la gente se agolpaba para divisar los matches (no debe haber muestra más clara de fanatismo como lo es ésta demostración).
El equipo del Maestro tenia en sus espaldas muy buenos antecedentes, había empatado frente a Italia en Verona 1 a 1 un año antes, y había conseguido ante Alemania un recordado empate a 3 en Stuttgart poco menos de un mes atrás.
El conjunto uruguayo salto al césped de Wembley con Eduardo Pereira, Nelson Gutiérrez, Hugo De León, José Herrera, José Perdomo, Alfonso Domínguez, Antonio Alzamendi, Santiago Ostolaza, Enzo Francescoli, Ruben Paz y Ruben Sosa (Sergio Martínez).
Los celestes demostraron una gran defensa, y muy buenos ataques, sorprendiendo a los locales, poniéndose en ventaja por un gol de cabeza convertido por Santiago Ostolaza, y el segundo gol marcado a través de un tiro libre a cargo de José Batlle Perdomo de larga distancia con una suerte de complicidad del veterano arquero Peter Shilton, que luego le lloverían críticas de la prensa especializada, hasta lo llegaron a tratar de “Estúpido”, como lo hizo un diario inglés.
De esta forma el triunfo quedo para la visita por 2 a 1, enmudeciendo al público local (como tantas otras veces), y dejando muestras claras que a Uruguay había que mirarlo con cierto grado de posibilidades para definir el 8 de Julio el torneo.
La esperanza de todo un país fue en ascenso, ese día de mayo, no fue un día más, quedo en la historia deportiva (más precisamente del fútbol) como la vez que se “Conquisto Wembley”, ése mítico escenario que fue demolido posteriormente en el año 2002 y que nuestro fútbol a pesar de haberse devaluado en su poderío, no podía quedar ajeno en dejar su huella, como lo hizo en su momento en los Estadios Olímpicos de Colombes, Ámsterdam, el Maracaná o en el Monumental de Núñez, entre otros.
Años después hubo nuevamente enfrentamientos entre estas dos históricas selecciones, pero esas ya son otras historias.
Escribe: Juan Pablo Taborda